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El genoma humano del ADN de más de un siglo

Ya ha llegado el espectáculo del genoma humano con sus actores de ADN.  El genoma humano del ADN de más de un siglo  Una empresa premiará con 10 millones de dólares al primer equipo que secuencie el genoma humano de 100 personas centenarias. ¿Para qué este desembolso? Nos dicen que en el genoma de estas personas se encuentra el secreto de la longevidad y de la buena salud. Como la empresa es privada, ellos sabrán lo que hacen con su dinero. De momento, ya han conseguido publicidad. Me parece muy bien todo esto de estudiar ADN, genoma y demás interioridades del ser humano. Ahora mismo, el origen de todo es la genética, muera el libre albedrío. Nacemos predestinados por la doble hélice del ADN. Hace unos años era por el ambiente y hace un siglo, según Freud, por el subconsciente. No sé yo, doctores tiene la Ciencia.  El genoma humano del ADN de más de un siglo. Abuelo centenario  Sin embargo, se pueden ahorrar este premio y darme a mí un

El destino genético

Poco a poco, y gracias al progreso en el conocimiento de nuestro genoma, se va confirmando lo que indicaba el sentido común: que somos mitad naturaleza y mitad crianza.   Dejar de fumar Cada quince de octubre acabo acordándome de que en esa fecha fumé por última vez un cigarrillo, y lo celebro en secreto, como un aniversario privado, sin nostalgia, desde luego, con una sensación de alivio que los años no atenúan. Había fumado regularmente durante más de veinte años, desde que en la adolescencia el tabaco había sido un signo de vida adulta y rebeldía. Había fumado en los momentos de felicidad y para suavizar la desdicha, para tranquilizarme y para estimularme, para disfrutar de la soledad y para remediar la timidez. Los cigarrillos habían acompañado el insomnio de mis noches de estudio y la ebriedad de los trasnoches en los bares, y sobre todo habían sido un hábito imprescindible y un aliciente en el trabajo que más me importaba, el de la literatura. Fumaba para darme ánimos

La finalidad de la especie humana

Muchos científicos, y muchos escritores de ciencia ficción, plantean la idea de que para colonizar el espacio deberíamos mandar por delante naves robotizadas que adaptaran un planeta como idóneo para la vida. Llevarían embriones de todas las especies (incluida la nuestra) y desde este planeta se repetiría la jugada hacia otro. Como idea no es descabellada y tal vez la Humanidad, más pronto que tarde, lo haga. Tal vez en el proceso destruyamos alguna forma de vida autóctona, pero sería un mal menor. Mi amigo Manolo opina que esta idea ya está en marcha. Lo genial de la idea es que, según él, nosotros somos los robots de la especie que envía embriones por el espacio para dejar como habitables los planetas elegidos. Esta especie que nos dejó “germinar” y nos programó para los viajes espaciales es la que de forma innata denominamos Dios, divinidad, etc. a lo largo de las eras. Si por algún imprevisto la Humanidad desapareciera, estos “dioses” tienen previsto que otra especie terrestre nos