En cierta oportunidad, hablando el rey Hierón de Siracusa con uno de sus enemigos, éste le recriminó al rey que tenía mal aliento. Hierón, consternado, en cuanto volvió a su vivienda le dijo, en tono de reproche, a su esposa: -¿Cómo es que nunca me dijiste que yo tenía este problema? La esposa, una mujer simple, casta e inocente, le contestó: El beneficio que brindan los enemigos - Señor, yo pensé que el aliento de todos los hombres olía como el tuyo. Esto muestra que muchas veces nos enteramos de nuestros errores y carencias más evidentes, ya sean físicos o de otra índole, y que resultan notorios y evidentes para todo el mundo, antes por parte de nuestros enemigos que por nuestros amigos y familiares. Plutarco, aprox. 46-120 DC También le puede interesar: Nunca confíe demasiado en sus amigos; aprenda a utilizar a sus enemigos El Arte de la Estrategia tusbuenoslibros