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Mostrando las entradas etiquetadas como Zen

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Cómo vencer a un enemigo según el zen

Para el zen derrotar a un enemigo no es cancelarlo, eliminarlo o destruirlo. Ganar es neutralizar al que te quiere dañar y   convertirlo en amigo Las filosofías orientales tienen una idea del combate muy diferente a la que tenemos en occidente. Para muchas de estas escuelas de pensamiento, derrotar a un enemigo no significa cancelarlo, eliminarlo o destruirlo. Para ellos, ganar equivale a neutralizar al que quiere hacernos daño. Y, si es posible, conviértelo en un amigo. Cómo vencer a un enemigo según el zen Este punto de vista puede parecer muy extraño a nuestra cultura, a diferencia de la cultura del budismo zen, por ejemplo. Lamentablemente, en general asociamos la victoria sobre nuestros detractores con un triunfo que debería hacernos felices. Domina la idea de que los resultados son más importantes que los procesos, al igual que la idea de que la alegría personal es mejor que el crecimiento conjunto. El problema es que derrotar a un enemigo para anularlo o dañarlo es solo un t

Dos monjes, una mujer atractiva y el voto de castidad

Había una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio. Cuando llegaron al río una mujer lloraba en cuclillas cerca de la orilla. La mujer era joven y atractiva. -¿Que te sucede? – le preguntó el más anciano. - Mi madre se muere. Ella esta sola en su casa, del otro lado del río y yo no puedo cruzar. Lo intente – siguió la joven – pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda… pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… ahora que aparecisteis vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar… - Ojalá pudiéramos – se lamento el más joven. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Eso esta prohibido… lo siento. - Yo también lo siento dijo la mujer y siguió llorando. El monje mas viejo se arrodillo, bajo la cabeza y dijo: - Sube. Dos monjes, una mujer atractiva y el voto de castidad L

Los ciegos y el elefante

Se hallaba el Buda en el bosque de Jeta, cuando llegaron numerosos ascetas de diferentes escuelas y tendencias filosóficas.   Algunos decían: El mundo es eterno. Eso es lo cierto y todo lo demás es un engaño.   Otros aseguraban: El mundo no es eterno y esta es la única verdad. Unos aseveraban que el mundo es infinito y otros que el mundo es finito. Unos, que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros, que son dos realidades diferentes.   Los ciegos y el elefante  Algunos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros, que carece de tal. Otros, que el Buda ni existe ni no existe tras la muerte.   Y así cada uno de ellos sostenía sus puntos de vista, en la convicción de que los suyos eran los verdaderos y los demás los falsos. Así pasaban su tiempo en cerradas polémicas e incluso llegaban a la indignación y el insulto.   Todo ello fue oído y visto por un grupo de monjes, que después le relataron al Bienaventurado lo sucedido.   Buda comentó: Monjes, e

Ignorancia

Se trataba de dos amigos no demasiado inteligentes. Se despertaron a medianoche y uno le dijo al otro: - Sal fuera y dime si ya ha amanecido. Observa si ha salido el sol. Ignorancia El hombre salió al exterior y comprobó que todo estaba muy oscuro. De vuelta explicó: - Está todo tan oscuro que no me es posible ver si el sol ha salido. Y el otro repuso: - No seas necio. ¿Acaso no puedes encender una linterna para ver si el sol ha salido? En su ignorancia, muchas veces así procede el ser humano en la búsqueda espiritual, sin utilizar sabiamente el discernimiento, la capacidad de discriminación. El Arte de la Estrategia

Una vida inútil

Un granjero se puso tan viejo que no ya podría trabajar los campos. Así que pasaría el día sentado en el pórtico de su casa.  Su hijo, aún trabajando la granja, levantaba la vista de vez en cuando y veía a su padre sentado allí. “Ya no es útil”, pensaba el hijo para sí, “¡no hace nada!”. Un día el hijo se frustró tanto por esto, que construyó un ataúd de madera, lo arrastró hasta el pórtico, y le dijo a su padre que se metiera dentro. Sin decir nada, el padre se metió. Después de cerrar la tapa, el hijo arrastró el ataúd al borde de la granja donde había un elevado acantilado.  Una vida inútil Mientras se acercaba a la pendiente, oyó un débil golpeteo en la tapa desde adentro del ataúd. Lo abrió.  Aún tendido allí, pacíficamente el padre dirigió la mirada hacia arriba a su hijo.  - “Sé que vas a lanzarme al acantilado, pero antes de que lo hagas, ¿puedo sugerir algo?” - “¿Qué?” contestó el hijo - “Arrójame desde el acantilado, si quieres”, dijo el padre,

El samurai que escuchaba gatos

Un samurai, feroz guerrero, pescaba apacilemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa.  Al darse cuenta, el samurai se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz. El samurai que escuchaba gatos Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos. Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau. El mismo se había convertido en un maullido. Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso. No pudiendo acabar con los maullidos, fue al templo a pedir consejo a

El maestro de té y el samurai mercenario

El señor de Tosa se dirigió a Yedo, la capital, para una visita oficial al shogun. Había llevado con él a su Maestro de cha no yu (Maestro de la ceremonia del té), del que se sentía muy orgulloso. El "Cha no yu" , la ceremonia del té, es un arte japonés fuertemente influenciado por el zen. Cada gesto debe ser realizado con una gran concentración. Se trata de saborear, gracias a un delicado ritual, el misterio del "aquí y ahora". El maestro de té y el ronin El Maestro de té tuvo que vestirse como un samurai para poder entrar en el palacio, y por tanto debió llevar su signo distintivo, es decir, dos sables.. Varios días después de su llegada a Yedo, el especialista de cha no yu no había salido aún del palacio. Varias veces al día ejercía su arte en las habitaciones de su señor, ante la alegría de sus invitados. Incluso llego a oficiar en presencia del shogun. Un día , el señor le dio permiso para dar una vuelta por la ciudad. El Maestro de té,

El ojo y la espada - cuento zen -

“Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente una ciudad y tomar el control.  En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes de que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen. El ojo y la espada - cuento zen - Curioso por este viejo, el general invasor fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fue tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera. -¡Estúpido! – le gritó mientras alcanzaba su espada- ¡No te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo! Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil. - ¿Y usted se da cuenta, – contestó tranquilamente el maestro- que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo?”

El coleccionista de insultos

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El coleccionista de insultos El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama. Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo: Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le

Zen en una taza de té

Este cuento sobre el zen en una taza de té nos enseña algo muy interesante sobre nuestra mente. Un importante catedrático universitario se encontraba últimamente en extraños estados de ánimo: se sentía ansioso, infeliz y si bien creía ciegamente en la superioridad que su saber le proporcionaba, no estaba en paz consigo mismo ni con los demás. Su infelicidad era tan profunda cuan su vanidad. En un momento de humildad había sido capaz de escuchar a alguien que le sugería aprender a meditar como remedio a su angustia. Ya había oído decir que el zen era una buena medicina para el espíritu. Zen en una taza de té En su región vivía un excelente maestro y el profesor decidió visitarle para pedirle que le aceptara como estudiante. Una vez llegado a la morada del maestro, el profesor se sentó en la humilde sala de espera y miró alrededor con una clara -aunque para él imperceptible- actitud de superioridad. La habitación estaba casi vacía y los pocos ornamentos sólo enviaban m

¿Qué sabes de la meditación Zen?

Zazen, la meditación zen, es una práctica espiritual muy antigua que fue actualizada y utilizada por el Buda Sakiamuni como vía de acceso a un estado existencial caracterizado por una profunda serenidad y una lucidez aguda, gracias a las cuales pudo realizar la verdadera naturaleza de la existencia y liberarse así de las falsas representaciones creadas por la mente ilusoria.  La segunda mitad del siglo XX ha sido testigo de la llegada de las tradiciones espirituales orientales a Occidente, entre ellas el Budismo Zen con su practica básica, la meditación zazen. Actualmente se cuentan por centenares los centros de meditación zen en Estados Unidos, Canadá y Europa. También en España se observa un crecimiento progresivo de centros zen y de personas que lo practican. La práctica de la meditación zen está formando cada vez mas parte de nuestras costumbres. Sin lugar a dudas, este hecho está siendo muy positivo y tendrá una influencia cada vez mayor en nuestra manera de ser y de percibir

Las puertas del cielo y el samurai

Un guerrero, un samurái, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó: "¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?". Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: la vida y la muerte. El no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar la del infierno y entrar en el cielo. Hakuin le respondió de una manera que sólo un guerrero podía haber entendido. "¿Quién eres?", le preguntó Hakuin. Las puertas del cielo y el samurai  "Soy un samurái", le respondió el guerrero. En Japón, ser un samurái es algo que da mucho prestigio. Quiere decir que se es un guerrero perfecto, un hombre que no dudaría un segundo en arriesgar su vida. "Soy un samurái, un jefe de samuráis. Hasta el Emperador mismo me respeta", dijo. Hakuin se rió

El samurái que mató un gato

Historia de Miau El samurái y el gato Un samurái, feroz guerrero, pescaba apaciblemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa. Al darse cuenta, el samurái se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no le dejaba luego vivir en paz. Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos. Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. Todos los lugares y las circunstancias proferían miaus lastimeros. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau. El mismo se había convertido en un maullido... Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso

El sentido de la vida

El sentido de la vida y el  de la muerte, que van pegados y son inseparables. Estas preguntas ya se las hace el ser humano desde que tiene consciencia, así que no voy a ser yo el que descifre el misterio que a tantas personas ha traído de cabeza. Como Sócrates, solo puedo decir que sé que no sé nada. Aunque esta frase tiene su miga. De momento, hagamos un poco de historia. El Sentido de la vida En el Siglo IV a.d.C. hubo una explosión de sabiduría de la que poco más se ha avanzado hasta la fecha. En la India ya hacía siglos que se opinaba que el ciclo vital era una incesante repetición de vidas y reencarnaciones. Las acciones de una vida determinaban la siguiente. A eso le llaman karma. El sentido de la vida es romper con esa eterna rueda (samsara) y alcanzar el nirvana, o integración con la Unidad (o algo así). El budismo no aporta prácticamente nada nuevo a esa idea, salvo el decir que aboliendo el deseo se puede lograr ese estado. En esa época, en Israel, los profetas del