Hace ya muchos años un compañero de trabajo tenía que entrevistarse con un gran jefazo que imponía más miedo que respeto. El caso es que estaba muy acojonado. Entre varios le dimos algunos consejos, pero el que mas recuerdo fue que imaginara a este ogro de jefe disfrazado de bailarina de ballet con cara de payaso. Funcionó de tal manera que nos dijo que a punto estuvo de echarse a reír al verlo tan grave y pagado de si mismo e imaginarlo dando saltitos y andando con los pies de puntillas. En su mente le despojó de la autoridad y demás etiquetas que, tal vez exageradas, todos ponemos a los demás . En otra ocasión, otro ogro semejante se derrumbó de una forma muy simple: todos nos reímos abiertamente de él. Es muy jodido que la gente se ría de alguien, sobre todo si este alguien se cree poderoso, ya que toda el aura que le rodea desaparece como el humo en un vendaval quedando desnudo como la puta verdad. Le cuento esto porque desde los “líderes” políticos hasta jefazos cabrones, jefe