Cuando los europeos descubrieron Nueva Zelanda, estaba habitada por un pueblo extremadamente belicoso y rebelde: los maoríes. Eran guerreros muy disciplinados y valientes, que se distinguían por su especial fuerza, agresividad y cualidades de lucha. Hoy en día, los maoríes, por cierto, se están volviendo cada vez más famosos gracias a esa danza tan aterradora con la lengua colgando y gritos ominosos: Pues bien, los maoríes también tenían (y sus descendientes todavía suelen tener) tatuajes muy característicos y reconocibles: Bueno, ahí lo tienes. Los maoríes eran algo así como los espartanos, pero solo que al otro lado del mundo. Y los europeos no podían simplemente tomarlos y capturarlos, convertirlos en esclavos. Bueno, si quisieran, por supuesto, podrían haber equipado un ejército poderoso y enviarlo a Nueva Zelanda... Pero mira el mapa tú mismo. La distancia es enorme. Nueva Zelanda se encuentra exactamente en el lado opuesto del mundo a Gran Bretaña. ¡20 mil kilómetros en línea rec