Había una vez un comerciante muy rico. Vivía en un palacio y tenía muchísimos criados. Vestía traje de terciopelo y cuando salía a la calle montado a caballo, iba rodeado de muchos soldados que lo custodiaban. Ver La hermosa historia de Latif Todo esto lo supo el rey del país, el cual ordenó que trajeran a su presencia al rico mercader. El comerciante llegó al palacio real en compañía de cincuenta soldados. —¿Cómo es eso? —dijo el rey—. Tienes muchos criados y tu casa es mejor que la mía. —Señor —respondió el comerciante—, todo el dinero que gasto es mío. —Sí, pero no está bien que vivas mejor que yo —dijo el monarca—. Has cometido un delito y lo pagarás con tu cabeza. —Señor —lagrimeó el comerciante, ¿y he de morir sólo por eso? —Morirás —dijo el rey—, a menos que contestes tres preguntas que te haré. Las preguntas son: ¿Dónde está el centro de la tierra? ¿Cuánto tiempo se tarda en dar una vuelta alrededor del mundo? ¿En qué estoy pensando ahora? El infeliz comerciante se llenó de m