Los traumas de la infancia no se pueden olvidar. Nos persiguen todo nuestro camino adulto. Estas son heridas emocionales intensas que debemos aprender a identificar y luego sanar. ¿Se pueden perdonar los traumas de la infancia? ¿Podemos perdonar los sufrimientos pasados? Cuando lo imperdonable nos asalta por completo toda la vida y no parece que se nos presente salida. Hay cicatrices que nunca sanan. Todo lo que se necesita es un recordatorio, un tirón para que se convierta en un agujero abierto donde nos perdemos. ¿Podemos olvidar el dolor y ofrecerle un perdón en la redención? ¿Qué pasaría si nuestros traumas de la infancia fueran parte de la vida no para castigarnos sino para empujarnos en el camino hacia la comprensión de nuestra relación con nosotros mismos, con los demás, con el mundo que nos rodea? No se trata de negar el dolor inconmensurable que algunos de vosotros habréis experimentado, sino de encontrar esa llave que os permitirá seguir adelante. Como la naturaleza, ha