Yang Shuxian, mandarín natural de Meizhou, contó la siguiente historia: «Un perfecto recién llegado a su cargo ofreció un gran banquete a los notables de la ciudad. En medio de los vinos y del regocijo, un cantor saludó en estos términos al recién llegado:
- Al antiguo magistrado uno nuevo lo reemplaza, a la estrella de la desgracia, una estrella de felicidad la sucede.»
Al oírse llamar “estrella de felicidad”, nuestro prefecto, lleno de júbilo, se apresuró en preguntarle al cantor:
- ¿Quién es el autor de esos versos?
- Es tradición la de cantar de esta manera después de la partida de un prefecto y a la llegada de su sucesor. A todos los saludamos con esa misma canción – contestó el cantor.
Xiang Shan Ye Lu
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A rey muerto, rey puesto.
ResponderEliminarYo creo que Lucía Figar llora porque ha tenido que dejar en el paro a muchos interinos.
Un saludo.
Pues a mi la que me hace gracia es la que sonríe (¿ríe, tal vez?) entre las dos
EliminarSaludos, Cayetano
Se va uno y llega el otro...Y quizás no sea una estrella de felicidad...
ResponderEliminarSaludos Carolus
Ya se sabe, a rey muerto, rey puesto... y otro vendrá que bueno me hará. El refranero es casi infinito
EliminarSaludos, Manuel
Los cantores como siempre a la sombra del poder, a ver que pueden pescar.... Y luego van y se dicen "inteletuales".
ResponderEliminarPensaba que lo del pesebre para el musico había empezado con los trovadores medievales, pero compruebo que como siempre los chinos van por delante, tanto en lo bueno como en lo malo.
Es otra curiosa forma de entender la fábula
EliminarSaludos