Un hombre de Zheng solía buscar leña en el bosque. Un día se tropezó con un ciervo en fuga; lo persiguió y lo mató. Para que nadie lo descubriera, escondió el cuerpo del animal en un hoyo que cubrió con ramas. No cabía en sí de alegría.
Soñar con un ciervo |
Pero resulta que olvidó el lugar donde lo había escondido, y empezó a pensar que todo había sido un sueño.
Prosiguiendo su camino relató lo sucedido; uno que por allí pasaba le oyó y guiándose por lo contado encontró el ciervo.
Cuando llegó a casa, dijo a su mujer: “Un leñador soñó que cazaba un ciervo y luego olvidaba el sitio donde lo había escondido; pero yo lo he encontrado, así que su sueño ha resultado ser verdad".
Su mujer le argumentó: “¿No serás tu el que ha soñado con un leñador y que de este modo encontrabas un ciervo? ¿Existe acaso tal leñador? De todas formas, en la realidad has encontrado un ciervo, así que tu sueño ha resultado ser verdadero”. Él añadió: “El caso es que he encontrado un ciervo, ¡qué más da saber si he sido yo o ha sido otro el que ha soñado!”
Por su parte, el leñador volvió a casa desilusionado por la pérdida del ciervo. Aquella misma noche vió en sueños el lugar donde lo había escondido y al que lo había encontrado. Al día siguiente, guiándose por su sueño, le fue a ver y le reclamó el ciervo; se suscitó una disputa entre los dos que acabó ante el juez. Este dijo al leñador: “Una de dos: o tú has encontrado realmente un ciervo y luego, equivocadamente, has creido que era un sueño; o verdaderamente has soñado que habías encontrado un ciervo y ahora te equivocas cuando sostienes que, en la realidad, lo habías encontrado. ¿Te ha robado el otro en realidad ese ciervo que ahora le reclamas? Tu mujer llega incluso a afirmar que tú habías visto en sueños a ese hombre y al ciervo, y que nadie lo había encontrado. En todo caso, aquí realmente hay un ciervo. Pido que lo partan en dos y que se consulte al soberano de Zheng.
El soberano de Zheng dijo “¡Vaya! El juez debe haber soñado que ha hecho partir en dos el ciervo de esa gente” Y consultó a su ministro. Éste le dijo: “Vuestro vasallo se ve incapaz de discernir si ha sido un sueño o no lo ha sido. Haría falta recurrir a Huang di o a Confucio para distinguir un sueño de la realidad; pero uno y otro ya no están entre nosotros. ¿Quién podría distinguirlos? Lo mejor será seguir el dictamen del juez”.
Lie Zi, el libro de la perfecta vacuidad. Trad. de Iñaki Preciado. Edit Kairós.
Para mí que el que lo había soñado todo era el ciervo.
ResponderEliminarUn saludo.
¿no lo habrá soñado Cayetano?
EliminarSaludos
;D Entre tanto sueño me ha entrado sueño a mi.
ResponderEliminarSaludos Carolus
Pues felices sueños, Manuel
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Vaya que confución, salio ganando el que escucho bien el cuento jejeje
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