Una madre escucha un zumbido procedente de la habitación de su hija y decide entrar. Al abrir la puerta, la encuentra sentada en la cama, sosteniendo su juguete personal. —¿Qué estás haciendo? —pregunta la madre. La hija suspira y responde: —Tengo 35 años y sigo viviendo con mis padres... Esto es lo más cerca que estaré de un marido. La madre, sin decir una palabra, se retira de la habitación. Al día siguiente, el padre escucha el mismo zumbido, pero esta vez en la sala de estar. Al acercarse, ve a su hija en la misma situación. —¿Qué estás haciendo? —le pregunta. Ella le da la misma respuesta, y el padre, sin más, se marcha. Más tarde, ya entrada la noche, la madre vuelve a oír el ruido y va a investigar. Para su sorpresa, encuentra a su esposo con un vaso de whisky con hielo y sentado junto al juguete que también tenía su vaso de whisky. —¿Se puede saber qué haces? —le pregunta, desconcertada. El hombre la mira y responde con calma: —Conociendo a mi yerno. Y tú, ¿qué opinas? Te invit...
Y así es, con todo igual, hasta que algún buen samaritano nos avisa que estamos errados, muy errados, y a partir de ahí...... a ir tirando. Bss.
ResponderEliminarEl oro nos deslumbra y ciega nuestro entendimiento, emejota. Y cada cual tiene su oro particular que le priva el entendimiento.
EliminarSaludos
A veces el egoísmo no nos deja mirar a los demás...Ni siquiera nuestro objetivo...
ResponderEliminarPuede cambiarse egoísmo por avaricia en la anterior oración.
Saludos Carolus
La avaricia y el egoísmo son parientes muy cercanos.
EliminarSaludos, Manuel
Si sr. la avaricia nos ciega!!!
ResponderEliminarmuy buenos estos cuentos ya que nos enseñan a darnos cuenta de que camino queremos seguir. Buenas energias!!
Gracias por tu comentario, Ivana
EliminarSaludos
Excelente cuento... Gracias... espero sigan compartiendo más textos de este tipo. Saludos
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