Pablo Picasso representaba mucho más que un talento extraordinario en el arte. Detrás de su fama mundial, se escondía una personalidad compleja y profundamente problemática. Sus hijos vivían aterrorizados, sometidos a un ambiente familiar marcado por la imprevisibilidad y la dureza emocional. Su narcisismo rozaba límites increíbles. En un alarde de ego desmedido, no dudaba en manipular situaciones para impresionar, como llevar a una joven a una librería únicamente para comprar un libro sobre sí mismo, buscando seducirla mediante su fama. La arrogancia de Picasso no era un rasgo aislado, sino una característica central de su personalidad. Su genialidad artística contrastaba dramáticamente con su capacidad para lastimar emocionalmente a quienes lo rodeaban, especialmente su propia familia. Un artista brillante pero profundamente dañado, Picasso ejemplificaba cómo el talento creativo puede coexistir con una personalidad tremendamente destructiva, dejando cicatrices emocionales profundas e...