Los romanos desarrollaron una variedad de técnicas ingeniosas para conservar los alimentos en ausencia de refrigeración moderna, adaptándose a los recursos y conocimientos disponibles en su época. Estas estrategias les permitieron almacenar comida durante largos periodos, especialmente en situaciones como campañas militares o épocas de escasez. Una de las técnicas más comunes era la salazón , que consistía en cubrir los alimentos, especialmente carnes y pescados, con sal para deshidratar y evitar la proliferación de bacterias. Este método era muy efectivo y permitió la creación de productos como el garum , una salsa hecha de pescado fermentado que era muy popular en la cocina romana. La deshidratación también era utilizada ampliamente. Los romanos secaban frutas, verduras y hierbas bajo el sol o al calor de un fuego controlado. Esto no solo aumentaba su vida útil, sino que facilitaba su transporte. Los higos, uvas pasas y otras frutas deshidratadas eran especialmente valorados. Otro