Internet no es mejor ni peor que el mundo físico. Internet solo amplifica nuestra visión del mundo. Si un artículo (a ser posible, breve), foto o vídeo cae en gracia a las masas, se reproducirá por internet de forma viral. Según en qué red estemos, se llevará un “me gusta”, un “+1”, un “retweet” o se propagará por el WhatsApp tan rápido como el mismo pánico que ha creado el virus del ébola (y su gestión). Pero lo que más me asombra de internet, es que si pones la foto de un niño que tiene una enfermedad muy puñetera con un texto de “haz clic en me gusta si estás en contra de (la enfermedad que sea)”, tienes asegurados cientos de “likes”. No digamos más si en vez de pedir “likes” pides “amén”, que es la versión cristiana del “me gusta”. Y si además ofreces que al día siguiente San Aberroncho te va a conceder un milagro, los “amenes” salen como setas en otoño (verídico y comprobado). La magia de internet y las redes sociales. Rajoy te ama Haz la prueba, pon en tu Faceb