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La moral del banquero

Una tarde un famoso banquero iba en su limusina cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped.  Preocupado, ordenó a su chófer detenerse y bajó a investigar. La moral del banquero  Le preguntó a uno de ellos: – ¿Por qué están comiéndose el césped? – No tenemos dinero para comida. – dijo el pobre hombre – Por eso tenemos que comer césped. – Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré – dijo el banquero. – Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquél árbol. – Que vengan también, – dijo nuevamente el banquero. Volviéndose al otro pobre hombre le dijo: – Usted también puede venir. El hombre, con una voz lastimosa dijo: – Pero, Sr., yo también tengo esposa y seis hijos conmigo! – Pues que vengan también. – respondió el banquero. Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo: – Señor, es usted muy bueno. ¡Mucha

Sobre reyes, banqueros, pícaros y soldados viejos

Vean vuestras mercedes que no aprovechamos lo que la vida nos enseña ni la historia nos recuerda. Que siendo España asombro del orbe, teniendo los mejores ejércitos y capitanes, una pica en Flandes y otra en las Américas, no adelantamos nada como nación. Carlos V y su banquero Fugger Tuvimos por reyes monarcas extranjeros, de Austria y de Francia, que nos hicieron batallar en campañas en las que nada se nos había perdido, perdiendo nuestros mejores hombres, su sangre y su valor en Flandes al hacerles la guerra a unos herejes que muy lejos andaban y en nada nos molestaban. Fue el rey Filipo dueño y señor de unos dominios donde no se ponía el sol y bien poco provecho sacamos de ello. El oro que traíamos de las Américas lo malgastábamos en pagar a banqueros flamencos y tudescos, que financiaban a Guillermo de Orange y otros tantos herejes que contra España hacían guerra. Y de esta forma, varias veces entramos en la ruina, quedando la patria despoblada, que entre soldados viejos en