La tensión secular entre las Iglesias ortodoxa y católica tiene su origen en el cisma, resultado de las diferencias teológicas, culturales y políticas. Una anécdota emblemática que ilustra esta discordia es el incidente de la escalera del Santo Sepulcro. En 1757, el sultán otomano Osmán III estableció un statu quo para los lugares sagrados, requiriendo que cualquier cambio requiriera el acuerdo unánime de los diversos grupos religiosos que ejercían autoridad sobre un sitio determinado. Poco después, un obrero dejó una escalera en la fachada de la Iglesia del Santo Sepulcro, reavivando los conflictos entre las seis ramas del cristianismo que gobiernan la iglesia. Nadie fue capaz de determinar a quién pertenecía exactamente la cornisa o la ventana sobre la que descansaba la escalera, y esta escalera todavía adorna el Santo Sepulcro hoy en día. Esta situación conflictiva no es nueva: durante siete siglos, fueron dos familias musulmanas las que se encargaron de la custodia de las llaves d