En medio de una acalorada discusión sobre cuál de los dos era más formidable, un tigre y un cuervo se enfrentaban con orgullo y determinación. El tigre, con su característica arrogancia, proclamó: "Soy una bestia salvaje; mi poder es incomparable". El cuervo, imperturbable, respondió con calma: "Tus palabras no me afectan, pues yo soy el verdadero rey del aire". Justo cuando la disputa alcanzaba su punto más álgido, un grupo de cazadores apareció en escena, armados y decididos. Con destreza, lanzaron una red que atrapó al tigre, quien, sedado, no pudo oponer resistencia. El cuervo, también alcanzado por un dardo tranquilizante, fue encarcelado en una jaula, mientras que el tigre fue llevado a un oscuro calabozo. Al despertar, el tigre se encontró en una celda fría y desolada, sin posibilidad de escape. Sus garras arañaban los barrotes de hierro, pero la libertad parecía un sueño inalcanzable. Por su parte, el cuervo, al recobrar la conciencia, comprendió que su des...