Ser discreto es una gran virtud y una forma de serlo es no hacer ciertas preguntas Una dama entra a una farmacia y le pide al farmacéutico: -Por favor, quisiera comprar arsénico. Dado que el arsénico es muy tóxico y letal el farmacéutico quiso saber más datos antes de proporcionarle la sustancia. -¿Y para qué querría la señora comprar arsénico? -Para matar a mi marido. El veneno de una pregunta inoportuna -¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo. La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía del marido haciendo el amor con la mujer del farmacéutico. -¡Mil disculpas!, dice el farmacéutico -no sabía que usted tenía receta. Moraleja: "Nunca pregunte algo por lo que tendrá que disculparse" http://www.elartedelaestrategia.com/ El Arte de la Estrategia