Predico la palabra de Dios a todos los hombres, y de paso, me enriquezco. No sólo eso, tengo un inmenso poder sobre mis fieles, que darían por mí la vida. No en vano, soy el representante de Dios en la Tierra. El único y el verdadero representante. Los demás son impostores, falsos profetas que arderán para siempre en el Infierno. ¿Qué cómo lo hago para conseguir fieles? Pues es más fácil de lo que te imaginas. Muchas personas ansían creer, tener fe en cualquier cosa. Por mi parte, me limito a ofrecérselo. Nada que no hagan otros, es justo decirlo. Les digo lo que quieren oír, les doy un cierto punto de temor por la muerte y el infierno y añado otra dosis más grande de esperanza… mientras les sugiero que para alcanzar el paraíso en el mas allá es preciso desprenderse de algo en el más acá. Por supuesto, soy el más idóneo para recibirlo y ellos me lo dan encantados. No hago nada diferente a las religiones mayoritarias, lo que pasa es que lo hago a menor escala. Entrevista con e