Una mujer estaba convencida de que su marido le era infiel con la señora de la limpieza. Harta de las sospechas, decidió atraparlo en plena acción. El viernes, despidió a la empleada con la excusa de que ya no necesitaban sus servicios. Luego, esa misma noche, se coló en la habitación de la señora de la limpieza, apagó todas las luces y se metió en la cama, esperando en completa oscuridad. Tal como imaginaba, alrededor de la medianoche, escuchó pasos acercándose sigilosamente. Una sombra cruzó la habitación y se deslizó en la cama junto a ella. Apenas unos segundos después, los besos comenzaron: intensos, apasionados, desesperados. Sintiendo que había reunido suficiente evidencia, la mujer encendió la lámpara de un golpe y gritó: —¡Te atrapé, desgraciado! Para su sorpresa, no era su marido quien la miraba con los ojos como platos… sino el jardinero. Y tú, ¿qué opinas? Te invito cordialmente a compartir esto con todos tus amigos. Tu apoyo significa mucho. ¡Gracias de antemano!