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Las 20 leyes de la astucia

El arte de moverte con inteligencia en un mundo lleno de apariencias ¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas siempre salen ganando, incluso en las peores situaciones? ¿Te gustaría entender cómo piensan los que realmente mandan… y aprender a jugar con sus mismas cartas? Las 20 leyes de la astucia es el manual definitivo para quienes quieren dejar de ser ingenuos y empezar a moverse con cabeza en la vida . Este libro no es teoría vacía ni frases motivacionales: es estrategia pura, clara y directa. ¡Haz clic aquí para leer una muestra ahora! Te ofrece unas herramientas prácticas para: Entender los juegos ocultos de poder e influenci a. Detectar segundas intenciones y protegerte de ellas. Influir sin imponer, ganarte el respeto sin alzar la voz. Tomar decisiones con inteligencia emocional y visión estratégica. Convertirte en alguien más difícil de manipular , más sólido y respetado. Imagina tener la capacidad de leer entre líneas, anticiparte a los movimientos de los dem...

Recuerda abrir las ventanas cuando llueve

Generalmente, cuando empieza a llover, nuestra primera reacción es cerrar las ventanas. Lo hacemos por instinto, pensando en protegernos del agua y la humedad. Sin embargo, este hábito nos priva de uno de los efectos más beneficiosos de la lluvia: la renovación del aire en nuestro hogar. El agua de lluvia actúa como un purificador natural. Al caer, limpia la atmósfera de polvo, contaminantes y partículas en suspensión, dejando un aire más fresco y revitalizante. Ese característico "olor a lluvia" que tanto nos agrada es, en realidad, el resultado de la liberación de ozono y otros compuestos que oxigenan el ambiente. Si mantenemos nuestras ventanas cerradas, nos perdemos la oportunidad de disfrutar de este aire limpio y renovador. Además de su efecto purificador, la lluvia arrastra consigo las energías estancadas del entorno. Dejar que el aire fresco entre en casa es una forma simbólica de permitir que lo viejo se vaya y que lo nuevo fluya. Muchas tradiciones consideran el ag...

El hombre de la ventana

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital, a uno se le permitía sentarse en su cama por un hora cada tarde para ayudar a drenar el líquido de sus pulmones.  Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo en el plano de su espalda. Los hombres hablaban durante horas y horas, hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su participación en el servicio militar, donde habían estado en vacaciones, etc... Todas las tardes, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver fuera de la ventana. El hombre de la otra cama empezó a desear los períodos de una hora en que su mundo se ensanchaba con cosas que su amigo le contaba, la ventana daba a un parque con un precioso lago, patos y cisnes jugaban en el agua, mientras que los niños hacían sus cometas, los jóvenes enamorados paseaban de la mano entre flor...