En una noche oscura y tormentosa, Abraham Van Helsing, el célebre cazador de monstruos, cabalgaba a través del sombrío bosque de Transilvania.
Una carta urgente del conde Drácula lo había traído aquí, implorando su ayuda para resolver un misterio que ni siquiera el conde podía desentrañar.
Ver Historias de Vlad Tepes, llamado Drácula
El viento aullaba entre los árboles, y el aullido de los lobos resonaba en la distancia. Van Helsing llegó al castillo de Drácula, un imponente edificio de piedra que se alzaba como uncentinela en la colina. Las puertas se abrieron lentamente, revelando a un Drácula pálido y perturbado. Sin perder tiempo, lo condujo a una cámara secreta en las profundidades del castillo.
"Algo terrible ha ocurrido, Van Helsing", dijo el conde con voz grave. "Mis súbditos desaparecen una por una, dejando solo sombras y susurros. Necesito tu ayuda para desentrañar este misterio."
Van Helsing, con su mente aguda y su vasto conocimiento de lo sobrenatural, comenzó su investigación. Exploró cada rincón del castillo, notando detalles que otros pasarían por alto. En la biblioteca encontró un antiguo manuscrito que hablaba de una criatura aún más antigua que el propio Drácula, una entidad que se alimentaba de la misma oscuridad.
Esa noche, mientras los truenos resonaban fuera, Van Helsing se encontró con una figura enigmática en las mazmorras. Era una mujer de belleza etérea, sus ojos brillaban con un fuego inquietante. "Soy Lilith, la primera esposa de Adán, la reina de los demonios", susurró. "Drácula ha despertado algo que no debería haber tocado."
Lilith reveló que Drácula, en su búsqueda de poder, había liberado a un demonio ancestral que ahora estaba devorando las almas de sus súbditos. Van Helsing, con su crucifijo en una mano y su estaca en la otra, supo que debía enfrentarse a esta nueva amenaza. Con la ayuda de Lilith, descubrió el lugar de descanso del demonio: una cripta oculta bajo el castillo.
Al amanecer, Van Helsing descendió a la cripta. Un aire frío y antinatural lo envolvía, y los susurros de las almas perdidas llenaban el aire. Con determinación, avanzó hasta encontrar al demonio, una sombra amorfa que se alimentaba de la oscuridad misma. Con un grito de desafío, Van Helsing lanzó su estaca hacia el corazón de la criatura, desintegrándola en un estallido de luz.
El castillo quedó en silencio. Drácula, agradecido, prometió no volver a jugar con fuerzas que no comprendía. Van Helsing, con la satisfacción del deber cumplido, montó su caballo y desapareció en el amanecer, dejando atrás un castillo salvado y un misterio resuelto.
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Primera vez que Drácula pide ayuda al profesor Van Helsing
ResponderEliminarY que Lilith lo ayudara, si ella era una diablita de la sexualidad
ResponderEliminarMe gusto es original
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