En 2006, un hombre en Portland, Oregon, contrató a un asesino a sueldo para matar a su esposa de 51 años, Susan Kuhnhausen. Pero nunca imaginó cómo terminaría...
Susan Kuhnhausen fue enfermera de traumatología y, como hobby y deporte, practicó la lucha libre durante 30 años.
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Una tarde, al regresar a casa, fue atacada en el dormitorio por un hombre armado con un martillo, más tarde reconocido como Ed Haffey (en la foto).
El hombre, sin embargo, no sabía que la mujer frente a él no era una dócil mujer de mediana edad y debió sorprenderse cuando Susan, con un movimiento relámpago, lo tiró al suelo.
Ella lo inmovilizó y realizó el movimiento de estrangulamiento no para matarlo, sino para noquearlo. Pero cuando la mujer lo soltó, el hombre se levantó más amenazador que antes.
En ese momento decidió matarlo.
Susan empezó a pensar en su familia.
"Todos tienen a alguien que los ama. Hijos, una esposa, una madre, un padre... lo peor no es que alguien intentara matarme, sino que tuve que matar a otra persona para sobrevivir. Pero no me avergüenzo porque no elegí esta muerte por él. Elegí mi vida. Elegí la vida".
El hombre la persiguió y la bloqueó en el pasillo. Le dio un puñetazo en la cara, partiéndole el labio y haciéndola caer. Saltó encima de ella y levantó el martillo para golpearla.
En ese momento, la adrenalina había invadido por completo el cuerpo de la mujer. Así que ella comenzó a morderlo (él había pensado que si ella moría, sus mordeduras podrían ser evidencia). El hombre, una vez más, no esperaba tal reacción. Al fin y al cabo, estamos hablando de una persona que pesaba casi el doble que Susan y con un pasado horrendo a sus espaldas, dado que ya había matado a una mujer, precisamente a su ex.
Ella logró bloquear su brazo que empuñaba el martillo, se liberó y, por segunda vez, realizó el movimiento de estrangulamiento. Pero esta vez no se detuvo cuando su rostro se puso rojo por primera vez, o cuando cambió a morado. Permaneció en esa posición hasta que estuvo segura de que estaba muerto.
Los investigadores lograron establecer la conexión con su esposo, Mike Kuhnhausen, en cuestión de días, y lo arrestaron.
Diez años después, Susan sigue sollozando intermitentemente cuando cuenta su historia. "Cuando lloro, me siento mejor", dice.
Continuó trabajando como enfermera hasta diciembre de 2014. Su trabajo consistía en salvar vidas. Pero después de matar a un hombre, la gente la llamó heroína.
¿Heroína? ¿Qué significaba eso? ¿Y por qué ella, de todas las personas, merecía tales elogios?
"No te llaman heroína por matar a un hombre", le dijo su jefe. "Te llaman héroe porque quieren creer que, dadas las mismas circunstancias, ellos también podrían sobrevivir".
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Muy bien hecho , a pesar de ser en defensa propia es lo que merecia esa rata , Felicitaciones señora Enfermera
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