Lo increíblemente rápido que se puede perder el progreso. En la imagen de abajo, vemos a una mujer cortando un pastel de cumpleaños.
No es una mujer occidental, es iraní. Es el año 1973, cinco años antes de la Revolución Islámica. Su ropa es algo reveladora, sus piernas desnudas, su cabello se muestra libremente.
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Cinco años más tarde, la mujer se vería obligada a cubrirse el cabello, cubrir sus piernas, sus brazos, su escote. Perdería muchos de los derechos que sin duda sentía que serían suyos de por vida, ya que cortó ese pastel de cumpleaños cinco años antes, sin preocupaciones, sin una preocupación en el mundo.
Hay gente, ahora mismo, incluso en Occidente, que quiere este tipo de futuro. Mujeres en la cocina, tapadas, despojadas de sus derechos. La vida volvió al estado en que estaba hace cincuenta, sesenta, setenta años.
Siempre damos por sentados los derechos que tenemos o nos quejamos de que no tenemos suficientes. Lo que olvidamos es que cualquier derecho que cualquiera de nosotros tenga, en cualquier lugar, es difícil de ganar. Se luchó por él, se sufrió, se exigió y se tomó, nunca se le dio. Y con un chasquido de dedos, todo se puede perder. No te pongas demasiado cómodo.
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Es lo que le digo a mi hija, que tuvo la suerte de nacer en Argentina, porque estamos en el 20 % del mundo donde tiene derecho a decir y a hacer practicamente lo que quiera
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