Los sicarios despiadados al servicio de los jefes de la mafia pueden sonar como tramas de películas violentas, pero han existido en la vida real durante décadas.
Algunos de estos asesinos a sueldo eran discretos, contratados para eliminar objetivos específicos, mientras que otros eran imprudentes, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino.
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Si bien otros miembros de Murder, Inc. como Abe "Kid Twist" Reles y Frank "The Dasher" Abbandando eran conocidos por su brutalidad, Strauss llevó la violencia a niveles aún más extremos. Su método preferido de asesinato era el uso de picahielos, una herramienta que se convirtió en su marca registrada. Sin embargo, Strauss no se limitaba a una sola técnica; su repertorio de métodos para matar incluía disparos, estrangulamiento, ahogamiento e incluso enterrar vivas a sus víctimas.
Se estima que Strauss fue responsable de entre 50 y 100 asesinatos durante su carrera criminal, una cifra que lo coloca entre los asesinos en serie más prolíficos de la historia de Estados Unidos.
A pesar de haber sido arrestado 18 veces, Strauss siempre lograba evadir la justicia, ya fuera a través de sobornos, intimidación de testigos o manipulación del sistema legal.
La caída de Strauss y de Murder, Inc. comenzó en 1940, cuando Abe Reles, uno de sus antiguos colegas, decidió convertirse en informante del gobierno. Reles, apodado "el canario que cantó pero no podía volar" debido a su posterior muerte en circunstancias sospechosas, proporcionó información crucial que llevó al desmantelamiento de la organización.
Cuando finalmente fue llevado a juicio, Strauss intentó evitar la condena alegando locura. Sin embargo, esta estrategia fracasó y fue declarado culpable. El 12 de junio de 1941, Harry "Pittsburgh Phil" Strauss fue ejecutado en la silla eléctrica en la prisión de Sing Sing, Nueva York, poniendo fin a una de las carreras criminales más sangrientas de la historia de la mafia estadounidense.
El caso de Strauss y Murder, Inc. no solo marcó el fin de una era en el crimen organizado, sino que también llevó a cambios significativos en cómo las fuerzas del orden abordaban el crimen organizado en Estados Unidos. Su historia sigue siendo un recordatorio sombrío de los niveles de violencia que pueden alcanzarse en el mundo del crimen organizado.
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