Una monja, en necesidad de usar un sanitario, entra en un bar. El local es bullicioso, con música alta y conversaciones de los parroquianos.
Sin embargo cuando los clientes vieron a la monja, el salón quedó en un silencio congelante.
Ver también: Un cura va conduciendo cuando ve una monja parada a un lado de la carretera esperando el autobús.
La monja se dirige al cantinero y pregunta:
- ¿Podría utilizar su baño?
El cantinero le responde:
- O.K. Pero deseo advertirle que allí hay una estatua de un hombre desnudo, cubierto solo con una hoja de parra, cuyo miembro viril parece muy real...
- Bueno, en ese caso miraré para otro lado - dice la monja.
Dicho eso, el cantinero le indica donde se encuentra el baño.
Después de algunos minutos, regresa la monja y recibe un muy caluroso aplauso de absolutamente todos los que estaban en el bar.
Ella dirigiéndose al cantinero le dice:
- No entiendo, ¿por qué me aplauden si solo fui al baño?
- Bueno, bueno... ¡Ellos saben que ahora usted es una más de los nuestros! ¡Bienvenida sea! ¿Le ofrezco un trago?
- ¡No, Gracias!... Pero aun no logro comprender - dice perpleja.
Riéndose el cantinero responde:
- Hermana, cada vez que alguien levanta la hoja de parra, se apagan todas las luces... ¡Vamos, tómese el trago, se lo ha ganado!
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La curiosidad mató al gato jijiji
ResponderEliminarEl hábito no habla del monje.
ResponderEliminarEs el carácter el que habla de los frutos.
Excelente reflexion,humano curioso jajaj
ResponderEliminarTodo humano es curioso
ResponderEliminarEs muy natural sentir curiosidad, el que sea monja no significa que sea santa.
ResponderEliminarLa monjaes un ser humano ,habrá hecho votos ,no creo que ,uno de ellos sea no curiosear.
ResponderEliminarhay un bar en mexico df asi , allí suena una sirena.
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