Bette Graham Nesmith, la mujer que inventó el corrector Liquid Paper. O como alcanzar el éxito gracias, literalmente, a tus “errores”.
En 1951, Bette entró a trabajar en un banco de Dallas, llegando a ser la secretaria del CEO de esta entidad bancaria. Ver Lo que nunca te enseñaron
Cuando en la compañía se introdujeron las nuevas máquinas de escribir eléctricas de IBM, Bette y el resto de las secretarias de la empresa incrementaron el número de errores que cometían debido a la endiablada velocidad de estos aparatos.
Tantos errores provocaban que tuviesen que tirar la hoja y comenzar de cero, reescribiendo la página entera para arreglar la falta, haciendo que sus tareas se ralentizasen, que su carga de trabajo aumentase y que se desperdiciase gran cantidad de papel en el proceso. Así que Bette se propuso encontrar un sistema que corrigiera solo la parte equivocada del texto sin tener que hacerlo de nuevo por completo.
Como buena aficionada a la pintura que era, sabía que los artistas no borraban, sino que pintaban encima de sus fallos, así que pensó… ¿por qué no pintar sobre nuestros errores?
Ahora solo necesitaba encontrar esa pintura “mágica”, así que comenzó a experimentar con varios tipos de pinturas que, con su batidora de casa, mezclaba con agua y con distintos tonos, hasta que encontró el color perfecto que cubría los fallos y se secaba con rapidez.
Se llevó una botellita a la oficina y comenzó a usarlo sin que apenas se notaran los errores en el papel. Pronto se corrió la voz de lo que había inventado, provocando que comenzara a recibir peticiones de producto de sus compañeras. En ese momento, Bette se dio cuenta de la necesidad y el negocio que había creado.
Convirtió su casa en un laboratorio en el que ella misma hacía la mezcla y la embotellaba en pequeñas botellitas. Además, pidió ayuda a un empleado de una tienda de pinturas y al profesor de química de su hijo para mejorar el producto, al que Bette llamó "Mistake Out".
Durante el día trabajaba en el banco y por las noches y los fines de semana creaba sus botellitas de corrector, hasta que cometió un error por el que la despidieron, provocando que comenzara a dedicar todo su tiempo a su negocio, al que renombró como "Liquid Paper".
Aquella empresa se convirtió en un gigante que, a mediados de los 70, producía 500 botellas por minuto y contaba con más de 300 empleados, que Bette acabó vendiendo a Gillette, en 1979, por 50 millones de dólares y un royalty por cada botellita vendida.
Lamentablemente, no pudo disfrutar demasiado de su éxito, porque tan solo 6 meses después fallecía a la edad de 56 años, dejándonos el mejor ejemplo de cómo una mujer emprendedora con una extraordinaria capacidad inventiva alcanzó el éxito gracias a sus "errores".
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Francamente no veo por ningun lado el ERROR...
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