Aunque las guerras sigan siendo un negocio improductivo, esto no nos da una garantía absoluta de paz. Jamás debemos subestimar la estupidez humana. Tanto en el plano personal como en el colectivo, los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas. En 1939, la guerra era probablemente un paso contraproducente para las potencias del Eje, pero eso no salvó al mundo. Una de las cosas sorprendentes de la Segunda Guerra Mundial es que tras la contienda las potencias derrotadas prosperaron como nunca lo habían hecho. Veinte años después de la aniquilación completa de sus ejércitos y del hundimiento absoluto de sus imperios, alemanes, italianos y japoneses gozaban de niveles de riqueza sin precedentes. El desfile de la locura Así pues, ¿por qué fueron a la guerra, para empezar? ¿Por qué infligieron una muerte y una destrucción innecesarias a innumerables millones de personas? Todo se debió a un estúpido error de cálculo. En la década de 1930, generales, almirantes, econ