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Mostrando las entradas etiquetadas como madre

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El cofre de vidrios rotos

Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo.  Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.  Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana. Ver Guía para quienes cuidan padres mayores El cofre de vidrios rotos El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos. - No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga. Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan. A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande.

El niño y el jabón

Un muchacho pobre, de alrededor de doce años de edad, vestido y calzado de forma humilde, entró en una tienda, eligió un jabón común y le pidió al propietario que se lo envolviera para regalo. "Es para mi madre", dijo con orgullo. El dueño de la tienda se conmovió ante la sencillez de aquel regalo. Miró con piedad a su joven cliente y, sintiendo una gran compasión, tuvo ganas de ayudarlo. Ver  ¿Se pueden perdonar los traumas de la infancia? Pensó que podría envolver, junto con el jabón tan sencillo, algún artículo más significativo. Sin embargo, estaba indeciso: miraba al muchacho, miraba los artículos que tenía en su tienda, pero no se decidía. ¿Debía hacerlo o no?. El corazón decía que sí, pero la mente le decía no. El muchacho, notando la indecisión del hombre, pensó que estuviera dudando de su capacidad de pagar. Llevó la mano al bolsillo, retiró las moneditas que tenía y las puso en el mostrador. Continuaba el conflicto mental. Ya había concluido que, si el m

¿Hay vida después del parto?

¿Hay vida después del parto? Se preguntaban dos fetitos gemelos... Dos niños gemelos (A y B) que todavía están en el vientre de su mamá.  ¿Hay vida después del parto?  A. Sí, claro que existe vida después del parto. Nuestra vida aquí está planeada sólo para que crezcamos y para que nos preparemos para la vida después…. B. ¡Qué tontería! ¿Qué cosas dices? Eso no es posible. No puede existir. ¿Cómo podía ser la vida después del parto? A. Yo tampoco lo sé muy bien. Pero seguro que será muchísimo más clara y más luminosa que aquí. Y a lo mejor comeremos por la boca (no sólo el dedo), y podremos correr. B. ¡Qué bobo eres si crees en esas cosas! ¿Correr? ¿Comer por la boca? ¡Qué ridículo sueño! Tenemos nuestro cordón que nos alimenta, y no sería posible vivir sin él después del parto. A. No, no es así. Seguro que es posible. Lo que ocurre es que todo será un poco de otra manera. B. Además nadie ha vuelto después del parto. La vida termina con él y es muy osc