Una madre escucha un zumbido procedente de la habitación de su hija y decide entrar. Al abrir la puerta, la encuentra sentada en la cama, sosteniendo su juguete personal. —¿Qué estás haciendo? —pregunta la madre. La hija suspira y responde: —Tengo 35 años y sigo viviendo con mis padres... Esto es lo más cerca que estaré de un marido. La madre, sin decir una palabra, se retira de la habitación. Al día siguiente, el padre escucha el mismo zumbido, pero esta vez en la sala de estar. Al acercarse, ve a su hija en la misma situación. —¿Qué estás haciendo? —le pregunta. Ella le da la misma respuesta, y el padre, sin más, se marcha. Más tarde, ya entrada la noche, la madre vuelve a oír el ruido y va a investigar. Para su sorpresa, encuentra a su esposo con un vaso de whisky con hielo y sentado junto al juguete que también tenía su vaso de whisky. —¿Se puede saber qué haces? —le pregunta, desconcertada. El hombre la mira y responde con calma: —Conociendo a mi yerno. Y tú, ¿qué opinas? Te invit...
Tres temores horribles sin duda. De todos los que existen el que mejor asumo es el inevitable, el que no podría ser de otra manera, el que no se puede luchar contra él. Es malo también, pero te da la tranquilidad de que no depende de ti para solucionarse, por lo que te descarga de culpabilidad o responsabilidad. Lo imprevisible me saca de quicio. Es lo que peor llevo.
ResponderEliminarUn saludo.
Cayetano, lo imprevisible forma parte de la materia prima de la vida, es mejor aceptarlo y tener planes maestros al respecto.
EliminarSaludos