En una ocasión un toro bravo se aproximó hasta las aguas del lago para calmar su sed. El toro era hermoso y blanco. Se vio reflejado en las limpias aguas del lago y pensó: —Aquí veo un toro oscuro, es grande, el lago debe ser suyo. Tengo que cuidarme de él, tiene unos cuernos largos y deben ser duros. Sintió miedo porque se creía más pequeño que el toro oscuro, pero como sentía mucha sed, se acercó nuevamente a la orilla y de nuevo notó la presencia del otro. Cómo hizo un toro bravo para quitarse sus temores —¿Qué voy a hacer? No hay agua por aquí cerca, esta es la única, volveré y tomaré el agua del lago. Se acercó con cautela y cuando vio que el otro también movía la cabeza y abría la boca, sintió terror. Salió corriendo y descansó bajo una arboleda. Pero la sed se hizo más intensa, se volvió insoportable; entonces se decidió a tomar agua suceda lo que suceda. Así lo hizo, introdujo la cabeza en las aguas y el otro toro desapareció. Muchos de n