En una ocasión un toro bravo se aproximó hasta las aguas del lago para calmar su sed.
El toro era hermoso y blanco.
Se vio reflejado en las limpias aguas del lago y pensó:
—Aquí veo un toro oscuro, es grande, el lago debe ser suyo. Tengo que cuidarme de él, tiene unos cuernos largos y deben ser duros.
Sintió miedo porque se creía más pequeño que el toro oscuro, pero como sentía mucha sed, se acercó nuevamente a la orilla y de nuevo notó la presencia del otro.
Cómo hizo un toro bravo para quitarse sus temores |
—¿Qué voy a hacer? No hay agua por aquí cerca, esta es la única, volveré y tomaré el agua del lago.
Se acercó con cautela y cuando vio que el otro también movía la cabeza y abría la boca, sintió terror. Salió corriendo y descansó bajo una arboleda. Pero la sed se hizo más intensa, se volvió insoportable; entonces se decidió a tomar agua suceda lo que suceda.
Así lo hizo, introdujo la cabeza en las aguas y el otro toro desapareció.
Muchos de nuestros temores son imaginarios. Sólo cuando los enfrentamos, desaparecen. El miedo es la creación de nuestra propia mente. No dejemos que nuestra imaginación descontrolada desplace a la realidad.
Autora: Maribel Barreto
La mente nos la juega muchas veces. Los límites los ponemos siempre nosotros...
ResponderEliminarSaludos
La mente nos engaña de forma contínua, casi todo lo que damos por bueno y por real ha pasado por la "cocina" de nuestra mente.
EliminarSaludos
Otros, en vez de temor, se enamoran de su propio reflejo. A menudo, las aguas cristalinas del lago son sustituidas por la pantalla del ordenador. Mejor quererse que temerse; aunque dentro de un orden.
ResponderEliminarUn saludo, Carlos.
Cayetano, hay mucho narcisista con cuernos y sin cuernos, pero en todo caso, suelen ser poco bravos.
EliminarUn saludo