En aquel tiempo hubo unas inundaciones y un hombre muy creyente en Dios se quedó en lo alto de un campanario totalmente aislado.
Pasa toda la mañana y por la tarde llega una barca:
- ¡Oiga! suba que le llevamos.
- No gracias, tengo fe en Dios y estoy seguro que él me salvará.
- ¿Está seguro?
- Sí, sigan que Dios me salvará.
El hombre al que Dios no atendía sus plegarias |
- ¡Eh, oiga! Suba que le llevamos.
- No, no hace falta. Soy muy devoto y Dios me salvará.
Y los de la lancha deciden no insistir. Sigue pasando el tiempo y por la tarde llega un helicóptero de la Guardia Civil, otra vez la misma conversación:
- ¡Ehhhhh! ¡El del campanario! ¿Necesita ayuda?
- No, gracias. Confío en Dios y él me salvará.
La Guardia Civil se va depués de haber intentando razonar con él y esa noche vuelve a subir el nivel de las aguas y el hombre se ahoga. Cuando va al cielo se encuentra con Dios y le dice:
- ¡Señor, Dios mío! ¿por qué no me has ayudado?
- ¡¿Qué no te he ayudado?!… te mandé una barca, una lancha, un helicóptero…
Él esperaba algo menos prosaico,con más efectos especiales.
ResponderEliminarUn saludo.
Y pagó caro su error, la fe tiene esas bromitas de mal gusto.
EliminarUn saludo.
jaja
ResponderEliminarParece que a veces la fe no mueve el campanario... :D
ResponderEliminarSaludos
La fe mueve montañas... si usas pico y pala.
EliminarSaludos.