"Nosotros los indios sabemos acerca del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros, el silencio es más poderoso que las palabras.
Nuestros mayores fueron entrenados en los caminos del silencio y nos transmitieron este conocimiento. Observar, escuchar, y luego actuar, nos decían, así era la manera de vivir.
Contigo es todo lo contrario. Se aprende hablando. Premias a los niños que más hablan en el colegio. En vuestras fiestas intentáis hablar todos al mismo tiempo.
En tu trabajo, siempre tienes reuniones en las que todos interrumpen a todos y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y a eso lo llamas "resolver un problema". Cuando estás en una habitación y hay silencio, te pones nervioso. Debes llenar el espacio con sonidos. Entonces hablas obligatoriamente, incluso antes de saber lo que vas a decir.
A los blancos les encanta discutir. Ni siquiera permiten que la otra persona termine una frase. Siempre interrumpen. Para nosotros, los indios, esto parece mala educación o incluso estupidez. Si empiezas a hablar, no voy a interrumpirte. Escucharé. Tal vez deje de escucharte si no me gusta lo que dices, pero no te interrumpiré.
Cuando termines de hablar, tomaré una decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré que no estoy de acuerdo a menos que sea importante. De lo contrario, me quedaré callado y me iré. Me has dicho todo lo que necesito saber. No hay más que decir. Pero esto no es suficiente para la mayoría de los blancos.
La gente debería considerar sus palabras como semillas. Deberían sembrarlos y luego dejarlos crecer en silencio. Nuestros mayores nos enseñaron que la tierra siempre nos habla, pero debemos guardar silencio para poder escucharla.
Hay muchas voces además de la nuestra. Muchas voces…”
-Ella Deloria
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