Durante una broma, un estudiante pegó un papel en la espalda de su compañero de clase que decía «Soy estúpido» y pidió al resto de la clase que no se lo dijera al chico, así que los estudiantes comenzaron a reírse una y otra vez.
Comenzó la clase de matemáticas por la tarde y su profesor escribió una pregunta difícil en el pizarrón.
Ver Los síntomas de la estupidez
Nadie pudo contestar, excepto el chico con la pegatina.
En medio de las risitas inexplicables, caminó hacia la pizarra y resolvió el problema.
El profesor pidió a la clase que lo aplaudiera y le quitasen el papel de la espalda.
Luego le dijo: «Parece que no sabes sobre el papel que uno de tus compañeros de clase ha pegado en tu espalda».
Luego, el profesor miró al salón de clase y dijo dos cosas:
Primero: A lo largo de sus vidas, la gente les pondrá etiquetas con muchas palabras desagradables para detener tu progreso.
Si su compañero de clase hubiera sabido sobre el papel, no se habría levantado para responder a la pregunta.
Todo lo que tienen que hacer en la vida es ignorar las etiquetas que la gente pone y aprovechar cada oportunidad que tienen para aprender, crecer y mejorarse a sí mismo.
Segundo: Está claro que no existe ningún amigo leal entre todos ustedes para hablarle de la pegatina.
No importa cuántos amigos tengan, es la lealtad que comparten con sus amigos lo que cuenta.
Si no tienen amigos que puedan defenderlos a sus espaldas, que puedan cuidarlos, protegerlos y que realmente se preocupan por ustedes, es mejor estar solo.
Moraleja: «Elije a tus amigos sabiamente».
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Excelente Moraleja!!
ResponderEliminarmuy bueno!!!!
ResponderEliminarMUY CIERTO!.MUCHISIMAS GRACIAS!!!..
ResponderEliminarUna historia muy edificante, gracias por compartirla.
ResponderEliminarEs una historia, para aprender y sacar consecuencias. Un buen ejemplo.
EliminarExecelente moraleja para reflexionar que hay poco amigos mejor ignorar y sos más felíz
ResponderEliminarMuy buena!!
ResponderEliminarExcelente lección. Una forma brillante en la que el profesor convirtió el papel de la espalda del muchacho, en un espejo en el que podían verse los que lo leían.
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