En julio de 2017, Peter Madsen era una figura reconocida en Dinamarca, aunque de segundo nivel.
Su fama provenía de haber construido su propio submarino y de estar trabajando en el desarrollo de cohetes espaciales. En aquella época, recorría el país ofreciendo conferencias sobre su vida y sus logros técnicos.
¿Reconocerías a este simpático tipo por el monstruo que realmente es? |
Los acontecimientos tomaron un giro trágico cuando, meses después, se descubrió que había asesinado brutalmente a la periodista sueca Kim Wall y había hundido su submarino para simular un accidente. Las autoridades lograron recuperar la mayor parte del cuerpo desmembrado de Wall. Aunque los forenses no pudieron establecer la causa precisa de la muerte, documentaron aproximadamente 50 heridas cortantes y punzantes en el torso, cuello y genitales de la víctima, la mayoría infligidas ante mortem.
El juicio se desarrolló menos de un año después de los hechos. Los psiquiatras forenses lo diagnosticaron con lo que anteriormente se denominaba psicopatía, detallando en su informe: "En general, este es un hombre bien dotado sin signos de psicosis. En términos de personalidad, es altamente desviado con rasgos principalmente narcisistas y psicopáticos. El sujeto es tosco con un encanto superficial. También está atrofiado emocionalmente con una grave falta de empatía, remordimiento y conciencia". Debido a su peligrosidad y al alto riesgo de reincidencia, los especialistas recomendaron su internamiento en una institución psiquiátrica.
El narrador de esta historia tuvo un breve encuentro con Madsen durante una presentación en su lugar de trabajo. Recuerda que el asesino desplegó un comportamiento encantador, mostrándose como una persona atractiva, humorística y cálida.
El impacto de este encuentro se intensificó cuando las evidencias de los crímenes de Madsen salieron a la luz. Aunque el narrador intenta mantener una actitud abierta hacia las personas y juzgarlas por sus acciones aparentes, esta experiencia ha alterado significativamente su forma de relacionarse con los demás. El hecho de haber interactuado con alguien capaz de tales atrocidades sin detectar señales de alarma lo ha vuelto más cauteloso y menos abierto en sus interacciones sociales.
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