El león, tras un desafortunado encuentro con una mofeta, aplica estrategia, astucia y sabiduría para superar su dilema y escuchar consejos clave.
El león, que nunca se había distinguido por su buen carácter, tenía el día cruzado. Iba paseando por la selva en busca de comida cuando se cruzó con una mofeta que se jactaba de no haber perdido ni una sola pelea. Tras intercambiar unas palabras, ambos perdieron los estribos y se enzarzaron en una disputa.
El león levantó su zarpa y, a punto estuvo de asestar un golpe fatal,
cuando la mofeta lo roció con su fétido líquido. El león huyó con el rabo entre
las patas, más airado que nunca. Tras varios días vagabundeando, decidió pedir
consejo a sus tres animales de confianza.
Primero consultó al oso:
—Amigo oso, ¿crees que huelo mal?
El oso, mostrando poca astucia pero mucha honestidad, le dijo:
—Hueles realmente mal.
El rey de la jungla, enfurecido, lo desterró.
Llegó el turno del lobo, quien intentó usar la astucia para salir bien
parado:
—Oléis a rosas —susurró.
El león no soportó semejante engaño y el lobo corrió la misma suerte.
Finalmente, consultó al zorro, quien aplicó una estrategia y astucia
magistrales:
—Estoy tan resfriado que no puedo oler nada —se excusó.
El zorro demostró que, cuando es peligroso hablar, lo mejor es callar.
Ver Las 20
leyes de la astucia
Esta fábula es un ejemplo de sabiduría, donde el consejo oportuno, la estrategia inteligente y la astucia pueden salvar de situaciones comprometidas. El león aprendió, aunque de forma indirecta, la importancia de rodearse de sabios y actuar con cautela, demostrando que en la vida, como en la selva, la clave está en saber cuándo hablar y cuándo callar. La astucia, la estrategia y la sabiduría se convierten en herramientas esenciales para cualquier líder que desee triunfar.
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