Un zorro se quedó atrapado en una trampa que le enganchó la cola, y para liberarse, se vio obligado a cortársela. Al ver lo que había hecho, otro zorro se acercó y le preguntó por qué había tomado esa decisión. El primer zorro respondió que se sentía tan ligero como un pájaro y experimentaba un gran placer. Intrigado por esta afirmación, el segundo zorro también decidió cortarse la cola, pero en su caso, sintió un dolor insoportable y ninguna alegría. Confundido, le preguntó al primero por qué le había mentido. Este le explicó que si decía la verdad a los demás zorros, ellos no se cortarían la cola y terminarían riéndose de ellos. A partir de ese momento, ambos zorros comenzaron a convencer a otros de lo agradable que era no tener cola, lo que llevó a que la mayoría de los zorros se deshicieran de la suya. Así, cada vez que veían a un zorro con cola, se reían de él. La moraleja de esta historia es clara: cuando la corrupción se extiende, los justos son objeto de burla por su integrid