Te despiertas una mañana y el mundo es diferente. El sol, lo que se supone que sale todos los días y da vida a todo lo que te rodea, ya casi no brilla. Es esta luz espeluznante y débil que se parece más a la luz de la luna que a la luz del día. El cielo es de un gris extraño y turbio, siempre, sin excepción. Tu aldea ha estado luchando durante meses. Las cosechas no crecieron el año pasado y vuelven a fracasar este año. Los campos de trigo que deberían ser altos y dorados están marchitos y marrones, apenas ha brotado nada. Los árboles frutales son estériles. El suelo es demasiado frío y las lluvias no llegan en los momentos adecuados. Has escuchado historias de viajeros, cosas mucho peores. Pueblos enteros donde la gente se ha vuelto unos contra otros, comiendo lo que sea o a quien pueda encontrar solo para mantenerse con vida un poco más de tiempo. Y los muertos... En algunos lugares hay más muertos que vivos. No queda nadie para enterrarlos. No sabes por qué está sucediendo esto. No