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El lobo y el maestro

Zhao Jianzi, un alto funcionario, organizó una gran cacería en la montaña. Al divisar a un lobo, lanzó su carro en su persecución.          Ahora bien, el maestro Dongguo, viejo letrado conocido por su buen corazón, venía en camino para abrir una escuela en Zhongshan, y se extravió en esa misma montaña. En camino desde el alba, seguía a pie al asno cojo que cargaba su saco lleno de libros, cuando vio llegar al lobo que huía aterrorizado y que le dijo:  El lobo y el maestro           - Buen maestro, ¿no está usted siempre dispuesto para socorrer a su prójimo? Escóndame en su saco ¡y me salvará la vida! Si me saca de este mal paso, yo le quedaré eternamente agradecido.          El maestro Dongguo sacó sus libros del saco y ayudó al lobo a meterse en él. Cuando Zhao Jianzi llegó y no encontró al animal, volvió sobre sus pasos. Al notar el lobo que el cazador estaba lo suficientemente lejos, gritó a través del saco.          - ¡Buen maestro, sáqueme de aquí!       

El oso y la astucia del cazador

El ciervo teme al lobo, el lobo teme al tigre, y el tigre teme al gran oso, que es el más feroz de los animales.  El oso y la astucia del cazador  Con el cráneo cubierto de espeso pelaje parecido a una greña, caminando sobre sus patas traseras, el oso es extraordinariamente fuerte y hasta ataca al hombre. Al sur del Reino de Chu vivía un cazador que con la ayuda de su flauta de bambú, conseguía imitar toda clase de gritos de animales. Armado de un arco y de un pequeño tiesto de greda en cuyo fondo conservaba algunas brazas, se iba a la montaña e imitaba el llamado del ciervo. Creyendo que se trataba de alguno de sus congéneres, los ciervos se acercaban y el cazador los mataba disparándole flechas incendiadas. Un día, al oír el llamado del ciervo llegó un lobo. El cazador muerto de miedo imitó el rugido del tigre. El lobo huyó pero apareció un tigre. Aterrorizado, el hombre imitó el gruñido del gran oso . El tigre huyó, pero, creyendo encontrar a uno de sus semej

Nefasta estrategia de abusar del engaño

Lobo Apacentando un joven su ganado, Gritó desde la cima de un collado: «¡Favor! que viene el lobo , labradores.» Éstos, abandonando sus labores, Acuden prontamente, Y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; Segunda vez los burla. ¡Linda gracia! Pero ¿qué sucedió la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el Zagal se desgañita, Y por más que patea, llora y grita, No se mueve la gente escarmentada, Y el lobo le devora la manada. ¡Cuántas veces resulta de un engaño , Contra el engañador el mayor daño! Félix María Samaniego, (1745-1801)