No es un secreto: el (sobre) consumo no es un camino hacia la felicidad. Tampoco te la da el negarse a consumir. La solución es realizar un consumo responsable
¿Y si, sin dejar de consumir por completo, la solución para encontrar un equilibrio saludable para nosotros, así como para el planeta, fuera convertirnos en compradores más responsables? Descúbrelo en tres puntos.
No hace mucho, la sociedad de consumo prometía a todos la felicidad a través de una simple acción: comprar. Para asegurar sus ventas al máximo, la industria no ha parado de desarrollar la oferta de productos disponibles según el principio: "la oferta crea su propia demanda". ¿El resultado de esta lógica consumista? Compras sobrecargadas, productos tecnológicos que tienen que ser cambiados con la mayor frecuencia posible.... Para el consumidor, esta inyección constante de productos siempre está por encima de todo, lejos de hacerte feliz, te desvía de otros caminos posibles de desarrollo. Detén el consumo excesivo, favorece el pequeño comercio y compra productos respetuosos con el medio ambiente. Estas son una de tantas formas de avanzar hacia un consumo responsable, más consistente y más sostenible.
Consumir por consumir no te hace feliz.
En el libro “El precio del materialismo”, Tim Kasser, profesor de psicología, demuestra que una vez que tenemos cubiertas las necesidades básicas (comer, beber, protegernos del frío o del calor), todo es extra, no nos trae un excedente de felicidad. Una declaración que invita a reconsiderar el lugar que le damos al consumo en nuestras vidas. La idea no es decir que es necesario dejar de consumir a cualquier costo. Pero en las sociedades occidentales, el acto de comprar no ocupa el lugar que debería tener. En lugar de ser algo que cubra nuestras necesidades básicas, se ha convertido en un fin en sí mismo, en una relación privilegiada con la sociedad y en una forma de sentirnos realizados. El consumo no está vinculado a la felicidad individual. Debemos cuestionar otros modos de participación, menos codiciosos para el planeta y la billetera, pero especialmente más beneficiosos para el individuo. "
Restringir el lugar del consumo en nuestras vidas ahorraría tiempo y dinero para invertirlo en diferentes actividades significativas, ya sean culturales, deportivas, asociativas... porque consumir de manera responsable es ir más allá de la simple compra. Hay que dar una orientación más global y positiva al acto de comprar. Elegir un consumo responsable te creará un sentimiento de felicidad y no te llevará hacia una enloquecida acumulación de bienes.
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Además del efecto negativo que tiene sobre la naturaleza el consumo compulsivo, casi siempre contaminante por la cantidad de desechos que origina.
ResponderEliminarUn saludo.
Así lo veo yo también: solo los envases o empaques de los productos generan una gran cantidad de basura.
EliminarUn saludo