La estrategia del hombre rata

¿Alguna vez te has preguntado cómo hacen las personas que son como ratas para sobrevivir en este mundo cruel y competitivo? 

Pues bien, aquí te revelo su secreta estrategia que les permite roer todo lo que se les antoja sin que nadie les moleste. Presta atención y toma nota, porque quizás puedas aprender algo de estos astutos roedores. Ver Las 20 leyes de la astucia

La estrategia del hombre rata

La estrategia de las personas que son como ratas se basa en tres principios básicos: esconderse, aprovecharse y escapar. Veamos cada uno de ellos con más detalle.

- Esconderse: Las personas que son como ratas saben que no pueden enfrentarse directamente a sus enemigos, porque son débiles y cobardes. Por eso, prefieren esconderse en las sombras, en los rincones más oscuros y sucios, donde nadie los vea ni los encuentre. Así, evitan el conflicto y el riesgo de ser descubiertos y castigados.

- Aprovecharse: Las personas que son como ratas no tienen escrúpulos ni principios. Son capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que quieren, sin importarles a quién perjudican o a quién traicionan. Por eso, aprovechan cualquier oportunidad que se les presenta para robar, mentir, engañar o manipular a los demás. No les importa si es su amigo, su familia o su pareja. Si ven algo que les gusta, lo toman sin pedir permiso ni dar explicaciones.

- Escapar: Las personas que son como ratas son muy ágiles y rápidas. Saben que tarde o temprano alguien se dará cuenta de sus fechorías y querrá ajustarles las cuentas. Por eso, están siempre alertas y preparados para escapar en cuanto sienten el menor peligro. No les importa dejar atrás a sus cómplices, sus víctimas o sus responsabilidades. Lo único que les importa es salvar su propio pellejo.

Esta es la estrategia de las personas que son como ratas. ¿Te parece familiar? ¿Conoces a alguien que se comporte así? ¿O quizás tú mismo eres una de esas personas? Sea como sea, ten cuidado, porque las personas que son como ratas no suelen tener un final feliz. Tarde o temprano, la vida les pasa factura y terminan siendo atrapados por una trampa, devorados por un gato o aplastados por una bota.