En 1965, Angus Barbieri, un escocés de 27 años, inició un ayuno supervisado médicamente para reducir su peso.
Sorprendentemente, este ayuno se extendió durante 382 días, durante los cuales Barbieri solo consumió té, café, agua con y sin gas, y suplementos vitamínicos.
Ver Ayuno según la edad y la salud
A lo largo de este periodo, Barbieri logró una pérdida de peso extraordinaria, pasando de 207 kg a 81 kg. Curiosamente, no sufrió complicaciones médicas graves durante este tiempo, ya que su cuerpo se adaptó utilizando las reservas de grasa como fuente de energía y manteniendo bajos los niveles de glucosa en sangre.
Tras finalizar el ayuno, la primera comida de Barbieri consistió en un huevo duro y una tostada con mantequilla. Es importante destacar que, aunque Barbieri sobrevivió a este largo ayuno, la privación total de alimentos y agua reduce drásticamente el tiempo de supervivencia, generalmente a cuestión de días.
Un caso extremo de supervivencia sin alimentos ni agua es el de Andreas Mihavecz, un joven de 18 años que sobrevivió 18 días tras ser olvidado accidentalmente en una celda de detención. Mihavecz logró mantenerse con vida lamiendo gotas de agua condensada en las paredes de la celda.
Estos casos demuestran la sorprendente capacidad de adaptación del cuerpo humano ante la privación severa de alimentos en ciertas condiciones. Sin embargo, es crucial recordar que la privación extrema de alimentos no es un método recomendado para perder peso. Puede provocar deterioro cognitivo al privar al cerebro de glucosa, debilidad física grave, mayor susceptibilidad a infecciones y efectos psicológicos como delirio y alucinaciones.
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