Bob llegó a casa borracho una noche, se metió en la cama junto a su esposa dormida y cayó en un sueño profundo. De repente, despertó ante las puertas nacaradas del cielo, donde San Pedro le dijo: —Moriste mientras dormías, Bob... Bob se quedó atónito. —¿Estoy muerto? ¡No, no puede ser! ¡Aún me queda mucho por vivir! ¡Envíame de vuelta! San Pedro suspiró y respondió: —Lo siento, pero solo hay una forma de que regreses a la Tierra, y es reencarnando... como una gallina. Bob, devastado, rogó que al menos lo enviaran a una granja cercana a su casa. Lo siguiente que recordó fue estar cubierto de plumas, caminando por un gallinero, cloqueando y picoteando el suelo. En eso, un gallo se le acercó y le preguntó: —Así que eres la nueva gallina, ¿eh? ¿Cómo va tu primer día? —No está mal —respondió Bob—, pero siento algo muy raro dentro de mí, como si fuera a explotar. —Ah, eso es porque estás ovulando —le explicó el gallo—. ¿No me digas que nunca has puesto un huevo? —¡Jamás! —dijo Bob, sorprendi...