Un pequeño ratón fue colocado en la parte superior de un tarro repleto de granos. Al principio, el roedor estaba eufórico por haber encontrado tal abundancia de alimento a su alrededor. Se sentía verdaderamente afortunado, pues ya no necesitaba correr de un lado a otro en busca de su próxima comida. Ver El problema de la trampa de ratones Día tras día, el ratón disfrutaba de los granos, sintiéndose cada vez más satisfecho y cómodo en su nuevo hogar. Sin embargo, con el paso del tiempo, empezó a notar que el nivel de granos iba disminuyendo gradualmente. A medida que comía, se hundía más y más en el tarro. Finalmente, tras varios días de festín continuo, el ratón llegó al fondo del frasco. Fue entonces cuando se dio cuenta de su terrible situación: estaba atrapado. Las paredes lisas y altas del tarro le impedían escapar, y ahora dependía completamente de que alguien le proporcionara más granos para sobrevivir. El ratón había perdido su libertad y su capacidad de elección. Ya no po