Increíble historia, llena de lecciones. En un pueblo vivía un hombre rico, un carnicero y un panadero. Cada día, el panadero pasaba por cada familia y daba a cada uno el pan. Lo mismo le pasó al carnicero que después de haber matado a su buey, repartió la mitad de la carne a los pobladores. Ver El real del sastre y un muerto poco muerto En cuanto al hombre rico, nada en absoluto. Un día el rico enfermó, nadie en el pueblo fue a visitarlo. El estado de su salud se deterioraba día a día y nadie lo visitaba. Finalmente sucumbió a su enfermedad. Fue enterrado sólo por miembros de su familia, ya que los aldeanos se negaron a ayudarlos porque durante su vida, el rico no había hecho nada por ellos. El día después de la muerte del rico, ni el carnicero ni el panadero seguían dando nada a los aldeanos. Como la situación se repite cada día y los habitantes solían recibir carne y pan cada mañana, salían a quejarse al carnicero y al panadero. Los dos les hicieron saber que fue el rico quien compr