Al llegar, es recibido por San Pedro:
-Hmmm... (leyendo el libro de la vida del ateo)... lamentablemente hijo mío, no puedes entrar al Reino de los cielos. Desde joven, te declaraste ateo. Incluso en el lecho de muerte, te mantuviste firme en su ateísmo. Tu lugar está en el infierno.
Ver De cómo eligió el infierno tras conocer el cielo y lo que allí le aconteció
El ateo desciende a las profundidades abismales, buscando la entrada al infierno. Al llegar se sorprende: el ambiente se asemeja a los grandes casinos de Las Vegas. En la entrada, mujeres hermosas escoltan al ateo. Muy sorprendido, él entra en el infierno y es recibido por un hombre elegantemente vestido con un traje blanco y una flor en el ojal:-¡Bienvenido, amigo mío! – dice efusivamente - soy Satanás, tu anfitrión por toda la eternidad y si deseas algo simplemente pregúntame directamente a mí o a cualquiera de las hermosas mujeres.
(Bajando la voz) – ¡la pelirroja del vestido negro te llevará a la locura!
La imagen del infierno era fabulosa: una vasta planicie con una hermosa hierba baja y coloridas flores. En el fondo, una pequeña fila de montañas.
Se dio cuenta de un pequeño río a la izquierda, donde nuestro amigo reconoció a Nietzsche y Voltaire, con cañas de pescar en una mano y un vaso de jugo en la otra, ¡riendo con intensa alegría!
A la derecha, un restaurante con un gran balcón, el ateo reconoció ahí a Thomas Paine, Robert Ingersoll y Thomas Jefferson, mientras saludaba y apuntaba a un libro en su mano. Era el último libro de Richard Dawkins.
Confuso y desconcertado, el ateo no podía entender lo que estaba sucediendo. Escuchaba a Satanás de su lado, hablando como si fueran dos grandes amigos tomando refresco en un bar:
-Mi amigo, aquí puedes hacer lo que siempre has querido. Nada está prohibido, puedes obtener placer mientras no perjudiques a nadie. ¡¡¡ Hola Giordano !!! -saludó a un hombre que pasaba.
El ateo preguntó: -Ese era Giordano Bruno?
-Eh? Ahhh… sí! Disculpa por no presentarlo, pero no te preocupes, porque se reunirá en la noche del jueves. Todos los jueves jugamos a las cartas, después del partido de fútbol. Los que no juegan son Karl Marx y Albert.
-Albert... Einstein?!?!?!?!
Pero, de repente, la conversación es interrumpida por descargas de rayos y truenos que ponen el cielo oscuro con nubes y vientos que parecen anunciar el día del juicio.
El ateo ve que el llano, anteriormente lindo, se convierte una fosa abisal que emite desde sus entrañas, sulfurosas, bengalas como lenguas demoníacas. En medio del cielo tormentoso, aparece un hombre, gritando locamente y en llamas, cayendo directamente a la fosa abierta en el suelo.
Tan pronto como el hombre es tragado por las llamas, todo vuelve a la normalidad como lo era antes.
Satanás no deja de hablar, como si nada hubiera pasado.
Perplejo por lo que vio y no pudiendo contener la curiosidad ante la calma de Satanás, le pregunta el ateo:
- ¿Qué fue eso?
Satanás responde: era un católico. Ellos prefieren el infierno de esa manera.
P.D. Recuerden que es un cuento.
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