Además de la preferencia cultural o el fetiche por los pies pequeños que aparentemente tenían muchos de los hombres chinos más ricos del día, la principal razón para vendar los pies era presumir la riqueza de sus maridos.
Un hombre cuya esposa tenía unos delicados y pequeños pies vendados, demostraba al mundo que tenía una esposa que no hacía ninguna tarea doméstica. Porque si tus pies están triturados y enredados, caminar es extremadamente doloroso y casi nunca te paras sin ayuda durante largos períodos de tiempo.
Una mujer con los pies vendados pasa la mayor parte del tiempo descansando, tumbada o de espaldas entreteniendo a su marido mientras permanece dentro de la casa, la llevan debajo de un paraguas y mantiene su piel lo más suave y blanca como la leche posible. La familia tiene que tener sirvientas, una cocinera, personas que se ocupen de la casa, críen a sus hijos, porque la mujer es incapaz de hacer mucho más que estar tumbada y tener hijos.
De hecho, muchas de estas mujeres estaban tan destrozadas que el hombre de la casa tuvo que tener concubinas para dar a luz a más hijos porque para la esposa con los pies vendados sería mucho estrés físico el dar a luz a todo un clan de niños con su físico debilitado. Era una condición bastante horrible, pero perdió el favor en algún lugar alrededor de fines del siglo XIX; incluso la emperatriz viuda Cixi no tenía los pies atados, ya que los suyos eran "naturalmente pequeños'', y la preferencia por la mayoría de los nobles era por los pies naturalmente pequeños. Los pies atados, cada vez más, se convirtieron en el destino de aquellas mujeres que eran "malditas" con una estructura ósea más grande, con pies más grandes y anchos. Si una era naturalmente pequeña, no había necesidad de desfigurar sus queridos pies.
Finalmente, los últimos restos de vendaje de pies terminaron cuando los comunistas tomaron el poder, aunque la práctica ya estaba prácticamente muerta en ese momento. Incluso las esposas chinas más ricas querían al menos caminar y disfrutar de su riqueza, en lugar de sufrir una agonía física por sus huesos destrozados durante toda su vida.
Continuó sucediendo, en casos raros y en áreas remotas. Es posible todavía encontrar algunas ancianas aquí y allá a quienes sus familias les ataron los pies cuando eran niñas. Pero es algo raro y no encontrarás muchas de ellas. Son un triste recordatorio de tiempos pasados.
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