En febrero de 1967, se ensambló una escuadrilla de cazas MiG-21PMF de última generación en la fábrica "Banner of Labor" en Lujovici, en la región de Moscú, bajo un contrato con la Fuerza Aérea de Alemania Oriental.
Un pequeño grupo de pilotos fue encargado de transportar los aviones a Alemania. Despegaron en la noche del 16 de febrero. En su trayecto, pasaron una noche en Minsk, donde fueron de bar en bar, y a la mañana siguiente reanudaron su vuelo hacia Alemania.
El destino original era la base aérea de Templin, cerca de Brandeburgo, pero durante el vuelo el objetivo se cambió a Kottbus. Uno de los pilotos, el capitán Zinoviev, nunca había volado antes a Kottbus y, en un principio, se desvió 110 km del rumbo correcto. Finalmente, localizó la base aérea y trató de establecer contacto por radio, pero no obtuvo respuesta, lo que lo llevó a suponer que la radio estaba fallando.
Decidió aterrizar de todos modos. Sin embargo, al tocar tierra, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Todo le resultaba extraño, luego vio aviones con insignias extranjeras y personas que corrían hacia él desde todas direcciones, con camiones bloqueando la pista para evitar su despegue.
Zinoviev comprendió entonces que no había aterrizado en Kottbus, sino en el aeropuerto de Tegel, en Berlín Occidental.
El avión MiG-21PMF que pilotaba era completamente nuevo y estaba equipado con innovaciones tecnológicas, como un avanzado sistema de control de misiles guiados y un revolucionario asiento eyectable de altitud cero, por lo que rendirse a las autoridades occidentales no era una opción. Afortunadamente, el avión también contaba con un sistema de despegue corto. Pisó el acelerador y logró despegar nuevamente, escapando del aeropuerto de Tegel.
Zinoviev aterrizó a salvo en el aeropuerto civil de Berlín Oriental. Una vez en tierra, corrió hacia el bar más cercano para aliviar el estrés, mezclándose con los demás soldados.
El incidente enfureció a muchos, que querían sancionar al capitán por su error. Sin embargo, el comandante del regimiento reflexionó y concluyó que, aunque aterrizar por error en Tegel era una tontería, escapar de allí requería un talento especial. Así, se decidió no imponer sanciones graves, salvo que Zinoviev tuviera que asistir a unos cursos adicionales de navegación.
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