Hormigas rojas y hormigas negras

Imagina que recolectas 100 hormigas negras y 100 hormigas rojas, y las colocas en un frasco de vidrio. Al principio, no sucede nada fuera de lo común. 

Las hormigas conviven en el mismo espacio sin interactuar agresivamente. Cada grupo se ocupa de sus propios asuntos, ajeno a la presencia del otro. Sin embargo, si tomas ese frasco y lo agitas violentamente, creando caos y confusión, la situación cambia drásticamente.

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Una vez que las hormigas son devueltas a la mesa, comenzarán a atacarse entre sí. Las hormigas rojas identificarán a las negras como sus enemigas, mientras que las negras harán lo mismo con las rojas. Sin razón aparente, ambas especies se verán inmersas en una batalla que no tiene un origen natural. Pero, ¿quién es el verdadero enemigo? No son las hormigas en sí mismas, sino la persona que agitó el frasco.

Este experimento simple refleja una profunda lección sobre el comportamiento humano. En la sociedad, también nos vemos envueltos en conflictos similares. A menudo, se presentan divisiones entre hombres y mujeres, entre la izquierda y la derecha, entre personas de diferentes razas o entre ricos y pobres. La religión y la ciencia también se ven como polos opuestos en ciertos debates. Al igual que las hormigas, muchas veces no cuestionamos el origen del conflicto; simplemente nos sumergimos en él, atacando al otro bando, sin detenernos a reflexionar sobre qué o quién está creando esa división.

En lugar de buscar enemigos en el "otro", debemos hacernos una pregunta fundamental: ¿quién está sacudiendo el frasco? Es decir, ¿quién o qué está detrás de las tensiones y divisiones que nos enfrentan unos contra otros? En muchos casos, el conflicto no surge de diferencias insalvables, sino de la manipulación, la desinformación o las fuerzas externas que buscan sembrar discordia para sus propios fines.

Antes de dejarnos arrastrar por luchas internas, es crucial que cuestionemos el origen del conflicto. Reflexionar sobre si realmente hay una amenaza inherente entre los distintos grupos, o si alguien más está manipulando las circunstancias para que nos enfrentemos, es el primer paso para evitar caer en la trampa. La verdadera batalla, quizás, no sea entre nosotros, sino contra aquellos que buscan dividirnos para obtener beneficio o poder.

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