Un ataque nuclear táctico de Rusia sobre Ucrania sería un hecho de gravedad sin precedentes en el siglo XXI, con implicaciones globales tanto políticas como militares. La respuesta de la OTAN, aunque no necesariamente implicaría una represalia nuclear directa , estaría destinada a reforzar la disuasión y la seguridad en la región, así como a condenar enérgicamente el uso de armas nucleares en cualquier circunstancia. En primer lugar, la OTAN intensificaría su unidad y coordinación interna. Los miembros de la alianza tendrían que evaluar colectivamente las medidas más adecuadas, asegurándose de que su respuesta sea proporcional y evite una escalada que podría derivar en un conflicto nuclear global. La prioridad sería proteger a los países aliados y enviar un mensaje claro de rechazo absoluto al uso de armas nucleares. Además, es probable que la OTAN fortalezca su presencia militar en Europa del Este, desplegando tropas, sistemas de defensa aérea y antimisiles en los estados fronterizos